Piezas de cera que replantean lo que una vela puede ser: objetos que pueden encenderse o permanecer intactos.

A través del color, la forma y el aroma invitamos a una experiencia contemplativa, donde la transformación de la materia refleja también la nuestra: lo que cambia y lo que permanece.

La cera es una ofrenda silenciosa de la naturaleza. Muestra un equilibrio entre lo sólido y lo fluido. Nos recuerda los ciclos de la naturaleza: transformadora, resiliente y profundamente conectada con el mundo que nos rodea. Contiene el potencial de una belleza serena, un puente entre lo tangible y lo invisible.


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